Phillipe Apeloig, reinventando el diseño gráfico
¿Qué se puede decir de alguien cuyo primer trabajo fue el de diseñador gráfico en el Musée d’Orsay de París? Habiendo puesto el listón inicial muy alto, la carrera de Philippe Apeloig despegó así, en vertical, nada más terminar su formación en la Escuela Nacional Superior de Artes Decorativas (ENSAD).
Siempre al corriente del flujo contemporáneo, Apeloig es la mano detrás de numerosas identidades visuales de ONG’s, agencias gubernamentales y empresas que van desde Yves Saint Laurent, a la Cruz Roja japonesa o el Théâtre du Châtelet, entre otras muchas.
Su portfolio emana una paz visual, obediente al caos dentro del orden, que semeja lo que podría ser el trabajo contemporáneo de clásicos de la Escuela Suiza como Paul Renner, Max Bill o Max Miedinger, si aún vivieran. Sus creaciones son sencillas, pulquérrimas y, sobre todo, creativas. Y ahí es donde yace el genio de Apeloig, en el matrimonio de los preceptos del diseño gráfico más puro con la modernidad, personalidad y carácter del actual.
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Entre sus pósters, logotipos, publicaciones, tipografías y demás creaciones, llaman especial atención sus animaciones digitales. Sería atrevido, pero no incorrecto, decir que esta apuesta de Apeloig es la traducción del diseño gráfico al mundo digital. Son el futuro (y presente) de la comunicación visual estática. ¿Quién dice que un cartel de teatro no puede tener movimiento, profundidad lateral y vertical, sonido o voz?
Mediante este nuevo formato, inaugura una nueva dimensión que, sin desmerecer a su precedente, otorga otro nivel increíblemente más comunicativo a su trabajo. Sin ir más lejos, una pieza de estas puede convertirse en una carta de presentación mucho más expresiva que una tarjeta personal. Es el caso de esta tarjeta de felicitación de la agencia de comunicación CCC – Claudine Colin Communication. Habla por sí sola.
Otro caso precioso es el cartel del mes del grafismo de Échirolles, un póster que pasó de plano a esférico con la animación de Apeloig ya en 2009…
No cabe duda que el movimiento, la música, el juego de colores y la personalidad que Apeloig imprime en cada una de sus animaciones crean entes singulares que bailan entre el mundo del diseño clásico y las pistas del arte moderno.
Después de esto, ¿no tenéis ganas de crear un logotipo vivo? Como este…